Cuando Dios vino a la tierra
una pesebrera fue su mansión;
en una cama de paja,
cerca de una vaca, se acurrucó.
En una cama de paja,
cerca de una vaca se acurrucó
¿Quién nos creerá? (2)

Vagaba de pueblo en pueblo
sacando el sustento de la caridad;
rodeado de gente extraña,
de mala calaña,
anunciaba la paz.
Nunca se vistió de cura,
era simple y pura su forma de hablar.
¿Quién nos creerá? (2)

No gustaron sus acciones
a los defensores de la religión;
tampoco a los tribunales,
las autoridades de la nación.
Terminaron con su vida,
cortaron sus días,
quebraron su voz.
¿Quién nos creerá? (2)

Poco les duró la paz,
su tranquilidad se disipó;
al cabo de poco tiempo
de entre los muertos resucitó.
Pronto a su gente congrega,
a anunciar Buenas Nuevas los envió.
¿Quién nos creerá? (2)

Desde entonces él se asoma
en los ojos de Rosa, de Pedro y Juan,
en los con sed de justicia
que entregan su vida por la libertad,
y en aquellos que a él acuden
y que se reúnen a partir su pan.
¿Quién nos creerá? (2)

Esperamos su llegada
desde las montañas
como viene el sol.
Esperamos que la tierra
se vista de fiesta,
cambie su color;
y todo aquello que ha muerto
resurja del suelo como nueva flor.
¿Quién nos creerá? (2)